Thursday, March 30, 2006

A dos voces

Los espejos son pésimas salidas de emergencia, lo constato ahora que observo en retrospectiva los hechos.
La sorpresa fue abrasiva y mortal, no me dejó otro camino que el de Alicia –falso y pérfido refugio-. Es así que hoy cubro con retazos lo huecos que dejaron las polillas. Me ocupo diligentemente en disimular los parches del tiempo, sonreír con ojos muertos.
Decepción, renuncia, deserción y final defección.

Relegada a mi amor de puntitas de pie y susurro.
Heme entonces deambulando por calles de nuevo, tentando a un destino que ya no se deja y me saca la lengua; capoteando las mutaciones de ánimo cortesía de mi disfuncional cabecita…

Mi acompañante actual es la señorita Alejandra Pizarnik; adorable suicida que supo nombrar decenios atrás los colores de mi angustia.
Nos despedimos entonces, la poeta y la tímida aprendiz, con más letras:
Mendiga Voz
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

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