Ruedan los dados

Los elefantes, eternos ludópatas, le apuestan a mi cabeza.

Con todas las letras

O de pronto sí, de pronto sería bueno decirlo con todas las letras, que se me superponen las épocas y ando pasando por una suerte de segunda adolescencia, con el mismo tipo de personajes y el mismo tipo de dramas.
Que mi inconsciente está haciendo un llamado a hacer cierres que simplemente no veo como ejecutar.
Que ando extremadamente sensible y rumiante.
Que estoy cansada de ser yo la que ceda el paso a la estampida.
Que por una sola vez quisiera ver mi lugar claro en el mundo.
Que ciertas ofensas no son negociables porque las estoy negociando desde que tengo memoria.

A veces pasan cosas tan feas que ni siquiera puede uno escribir sobre ellas

Hurt

Sonando bien fuerte en los audífonos, esta canción.

Conjurando

Comenzar el día bailando para ahuyentar a la adolescencia manifiesta en los sueños, a los viejos complejos que no era elefantes, sino lagrimones enormes de una niña insegura y sola en un mundo muy gris.

Ma non tanto

El reloj detenido y las sábanas recién cambiadas y sin usar, las hojas en blanco por comprar y por rayar. El pelo sucio, las palabras desteñidas, los miedos latentes, el silencio gritando lo que los elefantes susurran.

Elefantes de sierra

Rumores nocturnos traídos de otras latitudes, y una pesadumbre que no tiene nombre pero que se viene instalando hace un tiempo, lenta e ineludible.
Elefantes en todas las esquinas,
a veces estampida de elefantes en las calles,
otras escondidos detrás de la niebla de la sierra.

Terminé la tesis!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Canción para hacer origami

Cuando hacía trabajos de diseño y composición tridimensional, hace años, sonaba esta canción.

Recordatorios de elefantes

Que somos siempre ovejas negras, que dormimos en una cuna de color amarillo y teníamos un vestido de corazones. Que nos gustan las flores, que odiamos el humo, que preferimos las piedras.

La ceguera

Siempre tuve más fe en las contraportadas que en las portadas de los libros, que en el mismo interior descarnado del libro. Había en mí una esperanza ciega de encontrar allí verdades de ojos, ausencia decidora de palabras, esas cosas que a ratos ni en las mismas páginas encajaban.