Desatinos perseguidores. No es si, ni es no, sino todo lo contrario.
Estoy metida en el espacio que queda entre lo que siento y lo que digo que siento. Ese segmento es mi campamento y se ha vuelto muy amplio. En una esquina la prórroga del final en efecto finiquitada –valga la redundancia-; en la otra atada de pies y manos por infames hilos pasivo-agresivos, una cucharada de mi veneno. ¿Alguien sabe de una salida de emergencia?
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