Ayer iba caminando a mi casa desde el metro repitiéndome –piensa algo bueno-. Es una tontería que me impongo cuando siento venir el caos y la flema mental. Eran como las 7 de la noche y yo me daba palmaditas en el hombro con los buenos libros que he leído y leeré, con el trabajo que me gusta tanto y con el café y las dos chocolatinas que me comí después de almorzar como postre.
El ejercicio comienza con motivos de lo más consecuentes y termina con alguna estupidez, algo como –podría ser peor, podría caerme aquí mismo y perder todos los dientes por darme contra el andén-.
Si, si… a veces no me choca el ser patética, me da risa y de eso se trata porque esquivo así la desazón de siempre y los hastíos nocturnos.
Y en esas estaba cuando se me acercó un tipo que acababan de asaltar, el brazo le sangraba y apenas pudo hablarme para pedirme plata para volver a su casa. Lo ayudé modestamente y salí despavorida.
Después de eso no tuve una experiencia redentora ni nada por el estilo, se me fue la burla y terminé más deprimida, -en efecto suele ser peor-.
Hoy otra madrugada de desenfoques, si alguien sabe de remedios caseros contra las pesadillas que me pase el dato. Urge.
1 comment:
Amo las opciones de este aparatejo.
Click en eliminar para siempre y sin posibilidades de deshacer.
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