Chubascos de verano, la canción esa que me gusta pero que ahora no me acuerdo.
Huele a tierra húmeda, me gusta ese olor. Me siento en paseo a tierra fría, como chiquita y como corriendo y jugando con arena, tarritos vacíos y florecitas.
Y sus jotas en mi oído deben ser parecidas a este momento de alivio y esperanza en esporas.
Los goterones de agua retumban en el techo, y yo tengo ganas de salir a empaparme para llegar luego a la casa, quitarme la ropa y bañarme. Y dormir arrullada por ese ruido de ciudad cuna traído hasta aquí, y tomar café después de la siestita y mirar por la ventana y soplarle al vidrio para empañarlo y hacerle dibujos.
Gritar y saltar y desperezar el aliento.
Me quiero comer la vida.
Y acaba de llegar de manera inverosímil la risa, y ya no me puedo concentrar; y quiero soltar una carcajada inmensa…. y me tiembla la bocaaaaaaaaaaaaaa.
2 comments:
Por aquí también veo caer gotas de lluvia sobre un tejado subterráneo y húmedo. La música que se produce con el golpe suave y constante del agua en más agua me lleva a pensar que sencillamente debemos contemplar lo que nos rodea, en otras palabras, sentarnos a ver llover la vida.
Lloviznar, granizar, nevar la vida.
Un sinfin de posibilidades.
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