10 minutos antes de despertar el mentol de los juegos vetustos, usted debe acordarse porque fue el de la idea, inesperadas evocaciones oníricas de un recuerdo que no me atrevo a usar mucho por aquello del abandono de la estación y la noble empresa de dejar de masticar ortigas que harta urticaria me dan.
Atentado frontal contra el feudo, contundentes bofetadas a la cara. Mis manos nunca más un gancho. Hoy consumé lo que vaticinaron mis palabras hace tantos años ya. Con calma de asesina a sueldo, metódica y sanguinaria, el meticuloso empleo de la beligerancia.
La consigna es aligerar el paso, disgregar.
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