Tinta nueva, tinta extraviada, tinta gastada.
Microclimas emocionales, como los pisos térmicos colombianos. En 3 horas cambia todo el paisaje.
Casi no duermo anoche, me tomé un té, y luego otro, y luego me puse las bolsitas en los ojos para disimular los estragos del bajón que me fue llegando en el bus – vertiginoso, inexorable -. El remedio estético casero no sirvió de nada. Esta cara me delata.
Hoy tengo excusa para salir temprano, voy a esconderme en las cobijas. A guardarle una tarde al luto de Abril.
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