Clima inusualmente invernal en esta ciudad primaveral calentana; el frío es un preludio sensorial, pronto arribaré a la ciudad cuna.
Heme entonces en la oficina; de saquito de rayitas y guantes de lana negros. Enfréntome a una dicotomía: Me quito los guantes y escribo rápido, pero muero de frío? Ó bien; me dejo los guantes, pero tecleo torpemente… que contrariedad.
Me voy pues por mi amiga la torpeza, total suele pasar, es un sino que llevo con garbo y estilo; alguna vez inspiró hasta ternura (-lo juro-)…
Nimiedades, no?
Ayer dejé mi celular en la casa, me asusté porque creí que lo había perdido. Cuando llegué en la noche, la tercera generación materna había atendido las llamadas, chistoso.
Me encontré $1.000 pesos en la calle. Nunca me encuentro plata. No es nada, pero a la partecita más inocente de mi cabeza le gusta pensar que es una señal, un buen augurio.
Soñé con amigos de infancia; que bonito ver esas caritas inmortalizadas de los 11 años, cuanto tiempo.
Hoy dormiré en la casa de la Señora Madre; hay que aprovechar los buenos términos que acontecen desde mi mudanza. Hay que pasar tiempo con el hermano, hay que sonreírles.
Me pica la espalda, al lado izquierdo, arriba, cerca al hombro. Odio eso. No me alcanza la mano enguantada hasta ahí, ahhhhhh!!!!
Tengo que seguir con las trascripciones de las entrevistas de la tesis; y en lugar de estar trabajando en eso, escribo este post. Me dejo ir con las letras y cuento cosas y le dibujo a la gente que llega a este espacio, un mapa mental de lo que soy. Un Pino con una pelota de colores al lado; una cometa en primer plano y una nube de fondo; una mujer aniñada a la que se le caen los libros en el metro, se agacha y los recoge… al pararse se da cuenta que tiene los zapatos desamarrados, entonces se agacha nuevamente; deja caer los libros -mas soluciona el problema del calzado potencial motivo de accidente-, toma los libros y se levanta finalmente victoriosa… pero no ve a un pobre señor y le da un cabezazo al ponerse de pie…. Ay! Que lugar común me acaba de salir.
Despídome, me voy a quitar los guantes y a trabajar.
Heme entonces en la oficina; de saquito de rayitas y guantes de lana negros. Enfréntome a una dicotomía: Me quito los guantes y escribo rápido, pero muero de frío? Ó bien; me dejo los guantes, pero tecleo torpemente… que contrariedad.
Me voy pues por mi amiga la torpeza, total suele pasar, es un sino que llevo con garbo y estilo; alguna vez inspiró hasta ternura (-lo juro-)…
Nimiedades, no?
Ayer dejé mi celular en la casa, me asusté porque creí que lo había perdido. Cuando llegué en la noche, la tercera generación materna había atendido las llamadas, chistoso.
Me encontré $1.000 pesos en la calle. Nunca me encuentro plata. No es nada, pero a la partecita más inocente de mi cabeza le gusta pensar que es una señal, un buen augurio.
Soñé con amigos de infancia; que bonito ver esas caritas inmortalizadas de los 11 años, cuanto tiempo.
Hoy dormiré en la casa de la Señora Madre; hay que aprovechar los buenos términos que acontecen desde mi mudanza. Hay que pasar tiempo con el hermano, hay que sonreírles.
Me pica la espalda, al lado izquierdo, arriba, cerca al hombro. Odio eso. No me alcanza la mano enguantada hasta ahí, ahhhhhh!!!!
Tengo que seguir con las trascripciones de las entrevistas de la tesis; y en lugar de estar trabajando en eso, escribo este post. Me dejo ir con las letras y cuento cosas y le dibujo a la gente que llega a este espacio, un mapa mental de lo que soy. Un Pino con una pelota de colores al lado; una cometa en primer plano y una nube de fondo; una mujer aniñada a la que se le caen los libros en el metro, se agacha y los recoge… al pararse se da cuenta que tiene los zapatos desamarrados, entonces se agacha nuevamente; deja caer los libros -mas soluciona el problema del calzado potencial motivo de accidente-, toma los libros y se levanta finalmente victoriosa… pero no ve a un pobre señor y le da un cabezazo al ponerse de pie…. Ay! Que lugar común me acaba de salir.
Despídome, me voy a quitar los guantes y a trabajar.
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