A que esa mirada a mi espía no fue de gratis.
A que la cereveza te sabía mal.
A que tenías los ojos más verdes y más rojos.
A que querías verme sólo para batirnos en duelo silencioso -y por supuesto yo te hubiese ganado-.
A que todavía recordás la última sonrisa que te dí, el último beso real.
Señor, Señor, tenemos problemas de incongruencia.
A que si volvés a verme la cara te teimblan las entrañas.
Apuesto a que te persigue el karma
Apuesto a que estás comenzado a sentir todo el peso de la ley de causa y efecto.
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