Ayer la señora Maja llegó al hogar desencajada por la tristeza invasora que la acompaña en estos días. Se miró al espejo y desató toda la furia que le cabía en su hermoso pelo color de sol.
¿Resultado? La maja vestida... pero trasquilada; unos 6 centímetros se fueron de su cabecita, extremo desorden capilar.
Esta misma operación ha sido practicada numerosas veces, y la frase final siempre es: -MIERDA! nunca vuelvo a hacer esto; pero noooo, ayer hubo explosión!
Se venía anunciando algo así.
Después del desastroso corte me acosté pero el sueño no llegó con facilidad. Lloré mucho.
Lloré por mi más oscuro fantasma
lloré por el muchachito que me devolvió durante dos años la ternura y que ya no está
lloré por lo engañoso del espejo
lloré por no querer más al Señor Feudal
lloré por las distancias infranqueables entre el Señor Sorpresa y yo
lloré, lloré, lloré, lloré, lloré
lloré hasta quedar exhausta.
Hoy? Ya me río de mi misma, eso es un paso, no?
Por lo pronto, asumo el mal corte, confiezo la babosada y sigo....
1 comment:
Gracias por el comentario, y por tomarte el trabajo de darle consejos a una extraña.
Cuídate tú!
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