A Raúl Gustavo; mi Padre. El señor más importante de mi vida, el incomparable "Rondabul".
Papá está hospitalizado. El accidente tuvo consecuencias; la ya maltratada espalda de arquitecto trasnochador en los tiempos en los que no había AutoCad, está seriamente afectada. Andar encorsetado como Frida Kalho no ha servido para nada. Hay que operar.
Don Raúl es un hombre muy particular. Es la persona con más edades mentales que conozca.
Raulito es el niño de 5 años; jugueton, consentido y tierno cual osito de peluche.
Raul es el adolescente que se soya a Pink Floyd y baila salsa delicioso.
También es ese enrarecido sujeto que me llega a intimidar con sus iras desmedidas e irracionales.
Es el arquitecto apasionado por su trabajo, perfeccionista y crítico. El del diseño sobrio e impecable. El que al ver una película no entiende que sucede en un escena pero comenta:-¡Esa estructura me encanta!- al ver las locaciones.
Debe ser uno de los poco padres de familia que sagradamente levanta a sus hijas a besos junto con su amado perro que por cierto adpotó exactamente la personalidad del dueño.
Papa bonito que me dice nana bonita.
Viejito achacoso que me obliga a pedir permiso y me llama 3 veces en una noche cuando estoy de farra; que tal que supieras hasta donde ha llegado tu hija en sus excesos lejos de ti.
Padre ex-fumador de marihuana, hippie buena onda, muchachito de 47.
A ti no te oculto la identidad aquí. Te doy tu nombre y tu lugar.
Gracias a ti soy mimada y neurótica. Pero también heredé tu nobleza y tu pureza de espíritu (sin importar porqué oscuros callejones me mueva, o te hayas movido tú).
Papá, tengo la forma de tu cara y tus manos. tengo nuestro apellido y lo cargo con todo el amor y el orgullo del mundo.
Ambos de buen humor negro y gusto exquisito.
Yo más que cualquiera de tus hijas (aunque sea algo penoso reconocerlo) soy tu cómplice.
Don Raul. Ese hombre que casi muere de pena moral por mi mamá y que por eso se refujió en el cariño a su hija para reponerse.
El mismo hombre que en efecto logró salir adelante y conocer a una maravillosa mujer con la que a pesar de discuciones y discrepancias irreconciliables, tiene una hermosa familia.
Ya sin pelo, ya con muchos kilos de más.
Cada vez que te veo ahí están tus ojos infantiles escondidos detrás de ese aire de anciano de la tribu que has ido adoptando.
Hoy hay junta médica para decidir el porvenir de la vértebra que anda renegando en el cuerpecito de mi papá. Me parte el alma no estár junto a él, encontrarme sujeta a un trabajo aburrido y malpago en esta ciudad que pocas veces me ha tratado bien.
Le ruego al Dios en que él cree muchísimo más que yo que lo cuide; que no me deje en el mundo sin la grandiosa humanidad que tengo por progenitor.
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