Monday, January 16, 2006

Pasmoso Fin de semana


Viernes:
Vi al espejo como uno de esos de parque de diversiones: -Un feo y maligno reflejo distorsionándolo todo, espeluznante. Que asco, golpe seco en el estómago.
Entrañas retorcidas y ego malherido…sucia es esta manera de finiquitar las cosas.

Lo anterior me llevó a divagar por la noctámbula ciudad, de un antro a otro; paradójicamente amparada en la frialdad de las luces y sabiéndome sola combatiendo al universo.

Me topé con un viejo tormento ya superado.
Me topé con el Señor Sorpresa y su alemana compañía; el Señor Sorpresa curiosamente percibió las malas vibraciones del antiguo personaje al que me refiero; yo no percibí el peligro habitual de la alemana compañía…

Ingerí cantidades diluvianas de alcohol, le metí humo verde a mis pulmones descomunalmente… el piso se ablandó bajo mis pies y me torcí un tobillo.
La escena era tan caótica y ensordecedora, que mi organismo dio muestras físicas de la inmolación a la que lo sometí; tuve que huir en la madrugada rumbo al hogar a punto de regurgitar la rabia, de vaciarme enterita… y en efecto; al abrir la puerta y tirar las llaves al piso me convertí en un río de desechos y lágrimas, patetismo viviente, el absurdo encarnado en 44 kilos imposibilitados para mantenerse en pie.

Ay! hasta donde me hundo para vivir bajo mis parámetros; que cosa esta desquiciada vitalidad, la valentía tonta con la que me lanzo optimista aun, al azar.

Estas líneas se concretan en algo que la señora Matilde Alba Swann (Argentina, 1912-2000) escribió:

Mañana es siempre
" Cómo quisiera despertar cantando.
Pero amanezco, en cambio,
dolorida
de no
haberme quedado en ese espacio,
en ese tiempo de morir prestada.
Una isla no inscrita en ningún mapa,
una célula enferma de ignorancia,
un asfixiado mundo en miniatura,
una avanzada humanidad triunfante, en
clarines y hogueras
homicidas.
Tabla sola, sin náufrago siquiera,
y luchando,
relincho hacia la costa,
y animada nomás por el recuerdo
de un aliento mordido a sus astillas.
Cómo quisiera despertar cantando,
y me muero de sed y hambre
de canto
mientras desborda la preñada aurora
en promisorio bermellón de vinos,
y expandida,
hoguera en panes, horneándose a lo
alto.
Yo estoy abajo, debajo de la
historia,
sepultada en antorchas apagadas
y estandartes marchitos.
Sumergida en humores subterráneos y
en cenizas de huesos
de bandido,
Soy el ser que no fue, lo que no
pudo,
la olvidada, desdeñada semilla,
pero existo.
Dentro
tengo un sauce inclinado que me
llora.
Un niño triste me llama,
sin nombrarme.
Me doy cuenta,
me doy cuenta, yo existo.
Mañana espero despertar, cantando. "



Sábado: Pensaba salir a reconocer el lugar del crimen, tal vez ver al Señor Sorpresa que llamó en la mañana (¿?); pero no, me arrepentí. Mi noche se fue de canal en canal, soportando mala televisión; podría haber leído pero el embotamiento no me dejaba; así que cedí a la cajita embrutecedora.
A las 2:00 a.m el espejo roto tuvo el cinismo de mandar un mensaje al celular:
-“Hola…!” - ¿Qué diantres esperaba que hiciera? ¿Qué llamara a llorarle? ¿Qué suplicara un regreso? No gracias!
Y sí, ya sé, don x lector pensará que respiro por la herida; pero lo cierto es que el incidente reubicó mis prioridades; y repetir mi imagen sin ninguna sustancia que la respalde no es una de ellas.

Domingo: Desperté más calmada, medio liviana.
Terminé de leer Cosas Transparentes de Vladimir Nabokov y comencé El Extranjero de Albert Camus.
Vi dos películas sino buenas, al menos entretenidas.
Cociné rico y desempolvé esa sazón empírica que me caracteriza y me enorgullece.
Hasta ese instante las vainas parecían estar muy bien. Ambiente controlado, como de pecera.
Pero ya a finales de la tarde, el ya mencionado 4 veces (con ésta) Señor Sorpresa llamó. ¿ El rumbo de la charla? Habitual; exceptuando por un grito lejano al otro lado del teléfono (su mejor amiga regordeta y malmirada) que decía: -¡Que traguita!
Tengo que reconocer que me alegró el comentario y la risita nerviosa de él.
Y bueno, pensé que esa sería la cuota del día. Mas esperen!!! Una hora después un mensajito de celular me contaba cositas impúdicas y deliciosas que quería hacer conmigo. ¿Será muy atrevido de mi parte el publicarlas? Si, tal vez; me las reservo.
Lo único que sé es que la leyenda continúa; no acabamos ni nos destruimos, mutamos; somos uno de esos virus extraños e inmunes a cualquier medicina.

Como puede verse; bastante agitado el fin de semana. Creo que tenía que describirlo para terminar de asimilarlo.
¿Algún pronóstico para la semana?
Intensidad laboral y algún posible encuentro furtivo, mmmm…. No me adelanto, avanzo hacia lo desconocido.
Ahh, algo más; acabo de editar el único post de Noviembre de 2005 porque encontré archivos perdidos en mi computador del respectivo mes. Es curioso leerlos por los cambios sucedidos posteriormente... que más da en todo caso. Ahí al que le interese...

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