Va a llover, el aire está denso como siempre que llueve aquí. En esta ciudad la lluvia no refresca, levanta vapores.
Tengo un papelito arrugado sobre la mesa y una cura en el dedo índice de la mano izquierda –a ver si dejo la costumbre de morderlo-. El papelito sobre la mesa me recuerda que después de todo hay ojos que están mirando una misma cosa; la cura es una reprimenda a mi ansiedad.
Ayer en la noche el eterno rayito de sol hizo su manifestación capitalina: yo iba en un bus y él me contaba cosas y yo me reía mientras miraba por la ventana.
Horas después un sueño con fantasmas indirectos, el primero en dos últimas semanas; no pienso atender a la mala señal.
La casa sigue solitaria pero nos estamos llevando mejor.
El trabajo ha dejado de pesar.
Me compré otros zapatos de niña con la punta de charol. Va a llover y se van a mojar.
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