Café en la pecera, el escritorio tan atiborrado de papeles y las entregas inmediatas en mi yugular.
Gritos ahogados de pánico, manos heladas.
Tengo que poder.
Éste mi último refugio. Unas cuantas líneas al recuerdo de lo que soy fuera de mundo corporativo.
Gritos ahogados de pánico, manos heladas.
Tengo que poder.
Éste mi último refugio. Unas cuantas líneas al recuerdo de lo que soy fuera de mundo corporativo.
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