Y anoche reapareció el consabido adagio de Bach, refundido entre cajones que poco se abren estaba; documento cardinal de esta historia donde yo soy la manzana de Newton irremediablemente atraída al centro.
La melodía lo vaticina, como lo hace la lluvia de las tardes o los sueños impúdicos.
Dejo pasar las infracciones, un policía corrupto extendiendo los límites. Ejerzo mi libre y autodestructivo albedrío.
La melodía lo vaticina, como lo hace la lluvia de las tardes o los sueños impúdicos.
Dejo pasar las infracciones, un policía corrupto extendiendo los límites. Ejerzo mi libre y autodestructivo albedrío.
“Es el miedo”. Pero ya no le preocupaba; era como un dolor suave, conocido y compañero de una enfermedad crónica, de la que uno en realidad no va a morir, porque ya sólo es posible morir con ella.
El astillero - Juan Carlos Onetti.
No comments:
Post a Comment