Tuesday, January 09, 2007

Gravedad

Y anoche reapareció el consabido adagio de Bach, refundido entre cajones que poco se abren estaba; documento cardinal de esta historia donde yo soy la manzana de Newton irremediablemente atraída al centro.

La melodía lo vaticina, como lo hace la lluvia de las tardes o los sueños impúdicos.
Dejo pasar las infracciones, un policía corrupto extendiendo los límites. Ejerzo mi libre y autodestructivo albedrío.

“Es el miedo”. Pero ya no le preocupaba; era como un dolor suave, conocido y compañero de una enfermedad crónica, de la que uno en realidad no va a morir, porque ya sólo es posible morir con ella.

El astillero - Juan Carlos Onetti.

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