Y venías caminando lento con la cabeza ligeramente ladeada a la izquierda –como siempre-, llegaste todo sonrisota prehistórica y ojitos de agua, el mismo sol tiñendo tu cabeza.
En un segundo tuvimos 19 y fuiste mi pequeñito visitante; pero como quien sopla un diente de león se desvaneció la réplica de tanto verbo en pasado, y estábamos compartiendo un té en el lugar que nos reencontró meses atrás.
Hermosísima tarde, hilarante y noble.
De evocaciones a proyectos, de tu felicidad a mis tropiezos. Me alegra verte tan fiel a la inocencia que alguna vez me cautivó.
Mi muchachito, angelito de urbe.
En un segundo tuvimos 19 y fuiste mi pequeñito visitante; pero como quien sopla un diente de león se desvaneció la réplica de tanto verbo en pasado, y estábamos compartiendo un té en el lugar que nos reencontró meses atrás.
Hermosísima tarde, hilarante y noble.
De evocaciones a proyectos, de tu felicidad a mis tropiezos. Me alegra verte tan fiel a la inocencia que alguna vez me cautivó.
Mi muchachito, angelito de urbe.
Sos mi amigo, sos una cuota de justicia a través de los años.
4 comments:
Creo haberme enrolado alguna vez en el reencuentro, a la espera -como es obvio-, de la reincidencia. Recuerdo que un anciano al cual por trabajo cuidé durante un par de semanas; bendecido con el ólvido, incluía en sus relatos casi con la misma necesidad que tenía de usar un fino bastón al andar, la forma interrogativa: ¿para qué?, entonces sus relatos sonaban de este modo:
"...fundamos con un grupo de amigos inmigrantes el club hoy conocido como "unión española", ¿para qué?, bueno, en un principio fue un pedazo de nuestra tierra, con nuestras costumbres; pero pronto los jóvenes, nuestros hijos, abandonaron varios rasgos de nuestra idiosincracia, ¿para qué?, no sé; ellos apenas dimensionaban el enorme sacrificio que hicimos por mantener nuestra identidad. Yo muchas veces me pregunté ¿para qué?
después de quince años abandoné la presidencia, y me volvé a preguntar: ¿para qué? no sólo acerca de lo que había hecho, sino tambien sobre el desenlace que estaba teniendo, ¿para qué? en realidad estaba cansado de ser yo el único..."
Un discurso pragmático, penetrado por el propósito y el despropósito. Con una vieja amante conversábamos de lo mismo, pero luego; nunca antes, nunca.
Galo
Doña Maja de los arrebatos mìos, sombra de donde mi obsesión la toma,
misteriosa paloma,
privada de lealtad,
si os dignáis por estas letras,
pasar vuestros lindos ojos,
no los tornéis con enojo,
sin concluid, o acabad.
Maja, oh, maja, me hablaste, ¿ves lo que has hecho? me hablaste, ¿y yo?, ¿acaso mis humores te han salpicado? Temía estropear estos artefactos mediadores, pero más temía a tu desprecio. Ahora, qué decir, ahora me acojes sin compadecerte, ¿por qué no habría de besar vuestra mano también el mendigo?
Galo
Esta bien , maja, lo que tú digas. Después de todo esta es vuestra casa y yo soy un aparecido de aquellos. De todas formas te invito yo tambien a vagar. Te invito a desconocerte y desconocerme en sentido fuerte. Estas lejos, la única forma que encuentro de dar cuerpo a nuestro encuentro es guiándome con las pulsaciones. Siguiéndolas como quien oye un radar.
Galo
Galo, buen día, feliz año. Bonita anectoda la del hombre para el que trabajaba.
¿Para qué el encuentro? para preservar, para conservar y reconocerse en otros ojos, para mirar con dulzura y distancia, no más.
Y bueno, a usted le hablo, como no, jamás desaprovecho la oportunidad de un buen interlocutor(aunque he de decir, usted me alcanza a sonrojar, me pone nerviosa y un poco torpe que un desconocido se interse de esa forma por mí).
Entonces señor, le reitero que puede escribirme a mi correo, no tan en vitrina se puede fluir más.
Tenga un buen día. Ya hablaremos.
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