La boca pastosa y el maquillaje hecho un cuadro del Señor Degas; la cerveza entrando en reversa mientras el brazo se apoya en la mesa pegotuda y harta de botellas vacías. La cara latente de la soledad, el miedo a la madre fortuna, la culpa pretérita y ancestral.
Una paloma mensajera enviada a Francia siendo acribillada en el cumplimiento del deber, su desdén en un recuadro que me devuelve imágenes algunos más segundos tarde.
Tengo una colección de silencios:
Impetuosos -manos cubriendo bocas, gritos ahogados al amanecer- .Sonrientes y desapercibidos –que se desvanecen de un soplo-. Y los más bonitos, los azules; esos que anticipan canción preferida o palabra sortilegio.
Tengo espinas de 5 centímetros en la piel, parecen filosas pero son apenas un holograma.
Tengo trabajo represado y ninguna intención de ejecutarlo.
Tengo una herida en el pie izquierdo por culpa de unos zapatos.
Una paloma mensajera enviada a Francia siendo acribillada en el cumplimiento del deber, su desdén en un recuadro que me devuelve imágenes algunos más segundos tarde.
Tengo una colección de silencios:
Impetuosos -manos cubriendo bocas, gritos ahogados al amanecer- .Sonrientes y desapercibidos –que se desvanecen de un soplo-. Y los más bonitos, los azules; esos que anticipan canción preferida o palabra sortilegio.
Tengo espinas de 5 centímetros en la piel, parecen filosas pero son apenas un holograma.
Tengo trabajo represado y ninguna intención de ejecutarlo.
Tengo una herida en el pie izquierdo por culpa de unos zapatos.
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