El mundo es una burla de Dioses ociosos.
Ayer te pedía desnudez; hoy te mira como a una puta y promete orar por tu alma condenada.
Ves la pelea de gallos que se armó y no das crédito a lo que ven tus ojos, todavía existen machos trogloditas que creen poder marcar a una mujer como su territorio a punta de puños palabreados.
Y Él, el que colorea tus sueños y tus pesadillas sólo da la cara cubierto de bruma nocturna: Te ofrece su sombrero y te abraza mientras contemplan a una mujer caer por una ventana, comparten el horror de los gritos; uno impávido, la otra descompuesta.
Te levantas y no quedan más que telegramas con letras congeladas, y el presentimiento de saber quien caía –vos-.
Los escenarios se transforman en segundos, hoy sos una nómada y dormís en un sofá roído y caminás sin tener la menor idea de que sucederá a la mañana siguiente.
Mientras tanto se oye una risa sobrehumana y un –no sabés lo que te espera-.
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