Wednesday, October 11, 2006

Si no tenés nada amable que decir, por favor no digás nada... y menos en la mañana

Si hay algo que detesto es que me hablen en las mañanas.
Yo sé que es muy neurótico de mi parte, pero es cierto.
Me ofende que me pidan coherencia a una hora en la que voy en cámara lenta.
Una conversación con su servidora en esos momentos corre el grave riesgo de terminar en pelea: -estoy medio dormida, soy más sensible y mi tolerancia es igual a cero-.
Luego, y como consecuencia directa de la discusión matutina, paso el resto del día de pésimo humor, nefasto.
En 23 años de vida la madre no ha podido entenderlo. Me enferma.
Boffffffffffffffffffffffffffff.
El incidente sumado a una mala noticia que no tarda en llegar me tienen pegada de techo.

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