Póstumo

Redes metálicas. En rombos grises se fragmentaba y yo no podía hacer más que resignarme al diálogo de pedazos.
Cada intento terminó en herida.

“tu cara pesa en mi memoria
una tonelada de miedo
y se me cerraron los puños
en esta suerte de desierto”

Amnesia – Fabulosos Cadillacs

Sonoros eran

Yo necesitaría mi casa inundada, también ese sonido antiguo que hacen los ángeles cuando cierran los ojos, el de las pestañas que tintinean.
– Que lejos -.

Campana.

Mañana de agujas y espéculos y los desagradables chequeos de rigor. Me duele el brazo, no miré la sangre salir, me dio mareo, me temblaron las rodillas –niña abra más las piernas y relájese porque sino le duele más-. Quien puede relajarse con un aparato de metal como invasor por dios!!! Mejor jabón en la espalda y dulce de guayabas y manzanas.

A partir del miércoles el cargo nuevo, el sábado el viaje y el martes el retorno.
Los días han perdido el tinte anémico –al menos por esta semana-; giro como en ronda infantil, quien sabe a qué velocidad, a quien le importa.

Oscilante y patriota, bañada y desvestida. Tranquila.

Majarveja

Nadie

Las calles están silenciosas
Y desiertas. Solamente cruzan
las sombras de los árboles.

No se oyen pájaros, bocinas,
ni siquiera el motor inminente
de un auto aproximándose.

Los ascensores, las escaleras,
y pasillos de los edificios, vacíos.

En una cocina un charco
en torno al refrigerador
que se deshiela
con sus bandejas desnudas
y la puerta abierta.

Conservada en el hielo
No hay más que una arveja
muy pequeña, redonda y verde.

Gonzalo Millán

Amebas

Yo también tengo penas de bandoneón, y esta era de victorias plásticas y derrotas aplastantes se agrava con las lluvias.
Mis codos ya nunca tienen fiebre.
Las amebas festejan el fin de semana y el café mancha mis papeles y la caligrafía no se me da.

Sal

Duelen las huellas, ¿Por qué carajos duelen tanto?

Aptitudes

De todo el paisaje yo ocupo el cuadrante izquierdo inferior -mis talentos de punto difuso son innegables-. Desde ahí tejo, cuento historias de escaleras y miro los pájaros que se convirtieron en arcilla.

Tan triste como ella

Temblor

A veces, desde un ángulo caprichoso, se puede ver emergiendo a la que fue. El fenómeno no se anuncia, pero sucede. Es como un temblor de tierra que pasa discreto entre las calles; así mismo esta servidora fija la mirada en ninguna parte, y se disminuye.

Lazos rojos

La muñeca estaba rota y el vestido era blanco y vos escribías para vivir; y eras viejo y yo tenía ojos vidriosos. No sé si éramos felices –la fractura no me permitía conocer el pasado-, el único hecho tangible es que había una unidad compuesta por los dos, y algo épico pesaba en el aire. Te lo aseguro.

Juarroz, de planta por estos lados.

El otro que lleva mi nombre
ha comenzado a desconocerme.
Se despierta donde yo me duermo,
me duplica la persuasión de estar ausente,
ocupa mi lugar como si el otro fuera yo,
me copia en las vidrieras que no amo,
me agudiza las cuencas desistidas,
descoloca los signos que nos unen
y visita sin mí las otras versiones de la noche.

Imitando su ejemplo,
ahora empiezo yo a desconocerme.
Tal vez no exista otra manera
de comenzar a conocernos.

Involuntaria

Enfriando bocas, recalentando ollas.

Y las llaves como en la canción sólo cierran puertas.

Aquí no hay faroles para instalarme.

Tránsito

Hay ruta y hay desvío. Me dieron un cuasiascenso –milimétrico pero ascenso al fín-.
Cambiamos entonces de razón social, cambiamos de departamento (espero no cambiar de oficina, no soy fan del hacinamiento).
Habrá más información, aprendizaje y trabajo en cantidades diluvianas -exactamente como me gusta-.

Estoy asustada, y también lista y eso no quita lo de asustada.

Suponiendo que el balance cósmico esté operando tenemos al frente una señal, y una de las buenas. En algún punto esto reafirma mis últimas decisiones, la brújula anda como bien.

El 13%.

33 lunas que no me serán dadas, el 13% que intento desechar, el 20% despreciable. 24 canciones agridulces, 10 carreras con maletas en las manos, una lista, 12 deseos marchitos, 9 medidas faltantes -2 a medias-, 3 décimas de gloria, y claro, el inexcusable, el único eterno, el cero.

Que le corten la cabeza

Que la sangre corra.
Que el tablero se rompa.

Que sea carbonizado el último pedazo de madera viva.
Sin prórrogas, ni apelaciones.

Éste es mi jardín onettiano muerto y sepultado.

Viacrusis

Como si estuviera haciendo balance, así están los nocturnos. Cada jornada una estación que ya conozco.
Retiñendo los pasos dados, conectada con los actores, fabricando diálogos en serie.
No entiendo todo pero sí entiendo más.

Aros

El sueño del niño y el sol, cuando despertarse era colgarnos de los cables y jugar a los piratas.
Baco saltaba en los oídos, en las tardes los perros salían de paseo, sólo unas horas bastaban para volver al dulce y al retozo.
Yo quería regalarte una ventana hasta mi cama. La ventana terminó cerrada en un cajón.
Yo creía en el contenido de los sobres y en los recortes y en los pliegues de las sábanas, creía también en los aviones, en las apuestas celestes y en el libre intercambio del abecedario.

Los aros, los años, las rrrs sobrantes, las piedras nuevas en tramos viejos, los pies mojados que alguna vez hicieron inducción.

Desde adentro

Conozco de cobardía, es un paisaje que ahora veo desde adentro. Yo soy otro de esos muñequitos estáticos. Aprieto entraña, me muerdo la lengua, me froto las manos y de una bocanada me trago el hígado.

Pastoreo

La mano y el brazo sosteniendo el peso de la cabeza ligeramente ladeada, el pelo suelto y ondulado a los hombros -del lado derecho recogido con una pinza negra-. El maquillaje disimulando la palidez, la boca y su tinte cianótico, las ojeras perpetuas, los ojos grandes casinegros. Las clavículas salientes, la mala posición de la espalda, las piernas cruzadas en la silla de oficina. Los pensamientos repetitivos, las sonrisas casuales, la auto-digestión, el pastoreo de animales muertos, el amansamiento paulatino de la resistencia.

Agua salada.

Algo que hiede, fermentación sin un beso de buenas noches.

Condicional

Sería bueno quitarse de encima la figura de la pérdida occidental y pasar a una visión de metamorfosis. Me gustaría tener más seguridad, usar faldas con mayor frecuencia, comer sano y tener una rutina de ejercicios. Sería excelente no irme dando golpes contra todo como si caminar fuera una carrera de obstáculos. Me encantaría no decir malas palabras, tener paciencia, no llorar, no ser una fuente inagotable de quejas contra el universo y más contra mí. Como pasar por una cámara desinfectante, salir con aspecto de monje tibetano, ya sin necesidad de martillarme la cabeza escribiendo cosas que no sé hacer ni ser.

Pajaritos

A veces me guardo un acto de fe bajo la manga, nada del otro mundo, no un milagro macondiano, pero sí algo digno de sonrisa, sin roedores en la casa ni objetos corto-punzantes.
Ojos que no ven corazón que imagina y se desboca.

I’m just killing time

Mujer muralla barquito a pique a la luz del vino. La cerca eléctrica y el santo y seña, y hasta la escenografía coordinada para no alterar el guión.
Sólo que esta vez es noche y yo empuño la espada y del otro lado veo la mueca estupefacta. Y yo soy el cristal que recibe y refleja, observo a través del carmín y retorno al templo supremo del cinismo.

Simplificando

El marco gris, el fondo azul. Más errores ensayados a la lista, hilarante la suspicacia.

Tengo que aceptar el comentario que me hicieron hace poco y que intenté derribar con variado bombardeo argumentativo: -en efecto los seres humanos somos bastante básicos-, todo se limita a unas cuantas necesidades apremiantes; el resto son bifurcaciones y marcas registradas que entorpecen el supuesto bienestar que buscamos.

Ahí está la verdad de la vida, reduccionista y primitiva y para nada de mi agrado.

Pero bueee… ya que andamos tan “in your face” pues aprovechemos, que el estilo al pan pan y al vino vino no me dura.

Porcelana

Mantras idiotas y maquinales.
No hubo una edad de la inocencia, eran cortinas pintadas a mano, dibujitos de iglesias y estatuas benevolentes, un circo inanimado que mi dolor de porcelana ilustraba. No olvidemos que no hay vínculo más grande que una herida mal cicatrizada.
Era más una inmersión en los disfraces al fin, apretando los ojos mucho mucho para no ver la luz.

PDT: Al abrirlos, como era de suponerse, se quemó la retina.

Detención

Empobrecida verbal, burlona pedante.

Certera la sospecha, sólo había que soplar un poco y se hacía la botella. Los oráculos no hablan y los relojes hacen siesta, se suspende el movimiento con un fin.