Esta nueva modalidad de tristeza aparentemente plana me atonta un poco y a eso se ha debido mi brevedad de telegrama en los últimos días.
Lección aprendida: la gratuidad es compleja; no sé manejarla, me pone incómoda la levedad.
Sueños con aristas: usted perdido y divagante, ella buscándome pero no, yo a la espera de respuestas. Es extraña tanta presencia onírica; ya no sé quien acecha a quien
El Ángel ha llegado y desde ayer su voz es cotidiana. Me agrada su tonito altanero. Estoy más entusiasmada con la idea de escaparme rumbo a la ciudad cuna. Habrá encuentro; será adorable y bizarro. No sé como; pero tengo que verlo.
Y mientras se oye la lluvia caer me despido, sabiendo que no he dicho ni la mitad de lo que por dentro grito.
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