Los colores del escenario han variado. Entramos al segundo acto. Eso implica cambio de protagonistas
-y antagonistas- .
Nuevas cadencias, algo de atracción en el aire. Complicado negarse a las propuestas e ignorar las insinuaciones. La piel se despierta tímidamente.
Un personaje de sonrisa amplia me invita a su mundo de armonías; yo he de acercarme apenas lo justo y con tiquete de ida y regreso. Nada más, nada menos.
De tierras lejanas se aproxima un Angel Maldito buscando pleito y pago a promesas... será entonces recibido como el honor dictamina. Y, como verdugo impecable, también se irá llevándo en sus fauces parte de la presa.
Del ciclo pasado apenas cenizas, al ataque mítico le falta uno que otro fragmento para finiquitar. La guerra ha sido extensa, pero su radio de alcance no se verá por ahora... Paciente paciente, la sacerdotisa no abandona el altar.
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