Campanas, no más plazos. La puerta cerrada en los dedos, la cabeza un globo grande y lleno de helio.
Y de bajada en las escaleras de la ciudad luz estaban tus ojos buscando dulcecitos baratos. Me burlé de ti y seguí disfrutando de la tarde.
El asco que te tengo hoy se traduce literalmente en nauseas, voy a vomitar el corazón que infectaste.
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