La semana olvidada, las muñecas alérgicas, las manos en llamas y la fe traspapelada de manera irremediable.
Y juro que traté de calmarme, de pronto lo único que conseguí fue tragar entero lo que debía ser tragado.
Risa y llanto simultáneos, carcajada y agonía. La ensalada de patetismo que ya me conozco.
No comments:
Post a Comment