Mientras la gente afuera parece armar rápidamente el rompecabezas, elefantes y yo, tan inacabados, nos miramos las manos/patas y las piezas sin saber qué hacer con ellas, si botarlas al piso, o morderlas hasta que queden como una masita olorosa a babas, o recomenzar desde cero y por los bordes a buscarles un orden.
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