Con la cabeza partida en dos, los oídos a la música y los dedos a los artefactos. Siempre afuera pasando una que otra gallina, las pequeñas dramaturgias cotidianas por las que nos cabe el titulito de la humanidad. Estrenando esta pantalla que será extensión de mi cuerpo en los próximos meses; comenzando el año con ansiedades y conteos de aniversarios y botas nuevas y risas de colegas.
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