Y sí. Que la academia es un circo como tantos otros circos que ya he conocido, y que no sé por qué esperaba lo contrario. Y que van por ahí los mismos payasos y trapecistas, sólo que aquí se hacen malabares con los cerebros de tooooodas las ingenuas criaturas que terminamos por llegar a estos lares como escupidas de otro planeta.
Y claro, yo me defiendo y trato de mantener el centro mientras mi cabeza va de mano en mano, de texto a proyecto, de coordinadora a incompetente, del pesimismo a la repulsión y de un día a otro.