Entonces el piano no sonaba tan mal enmarcado en la lagrimita del telón, pero cantaban y se iba la magia -las palabras dulzonas en voz alicorada sonaban medio infames, falsas, invalidadaban el sentimiento-.
La retórica no siempre es una carta a favor.
(Ahora me vengo a enterar...)
La retórica no siempre es una carta a favor.
(Ahora me vengo a enterar...)
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